Vivir «otra» realidad
Los alcohólicos vivimos en otra realidad muy distinta de la que sucede. En un universo paralelo, tal vez. En otra dimensión en la que la percepción está tan distorsionada que no se corresponde para nada con lo que de verdad está sucediendo.
Nos creemos graciosos, … y no lo somos
Nos creemos muy inteligentes, … y no lo somos.
Nos creemos muy autosuficientes e independientes, … y no lo somos
Nos creemos muy astutos, … y no lo somos
Nos creemos tener el control, … y no tenemos nada.
Nos creemos en posesión de la verdad absoluta, … y sólo decimos tonterías o cosas sin fundamento.
Nos creemos cultos, … y rozamos la pedantería e ignorancia alternativamente.
Nos creemos que engañamos, manipulamos, y mandamos sobre los demás, … y no es de ese modo,
Nos creemos tantas cosas que en realidad no están sucediendo porque nuestra enfermedad nos conduce al autoengaño. Estamos convencidos de qué lo que pensamos es lo cierto y real, mientras lo que viene de afuera está completamente equivocado.
El deterioro y desgaste que nos ha provocado el abuso o consumo prolongado ha hecho que tengamos una perspectiva propia y de los demás completamente errónea.
Por eso es tan importante la humildad a la hora de recuperarse (que no de hacer un tratamiento). Se necesita humildad y mucha honestidad aceptando, reconociendo, y asumiendo, que el camino tomado no era el adecuado.
Hay que ser capaces de mirarse en el espejo y hacer autocrítica diciéndonos a nosotros mismos esas verdades que, durante muchos años de consumo, hemos evitado porque no nos gustan o no nos interesan reconocerlas.
Cuando un enfermo alcohólico empieza a rozar y saborear la realidad, lo primero de lo que toma conciencia es de cuan equivocado estaba.
Tener esta sensación y experimentarla, nos hace crecer, evolucionar, y mejorar como personas.
Es cierto que la verdad duele, y mucho más en un alcohólico por lo cruda y dura que le resulta cuando la descubre, pero es la única vía de emprender una recuperación y comprender a la vez que tenemos mucho que trabajar si de verdad queremos volver a ser los que manejamos las riendas de nuestra vida o dejar que siga haciéndolo por nosotros la botella.
No se cual es la realidad que le toca vivir a cada uno. Pienso que esta nunca suele ser fácil en unos momentos de aceleración y convulsión que estamos viviendo todos en general. Pero sí sé por experiencia propia, que aunque no nos guste, es más llevadera si la afrontamos como es y no con fantasía, fabulación, mentiras o evitación.
Sólo de este modo dejaremos de decepcionarnos y autodestruirnos constantemente porque no alcanzamos jamás ninguna meta que nos proponemos, ya que estas las «diseñamos» y proyectamos sobre una ilusión que muy probablemente ha sido creada por los efectos del alcohol y no por nuestra capacidad de análisis o reflexión.
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