Vísteme despacio que tengo prisa

Lo qué se ha roto durante muchos años no se va a solucionar en unos semanas.

La primera vez que dije en público que para un enfermo alcohólico, el dejar de beber no es ningún mérito sino simplemente lo que debe hacer, hubo una respuesta entre la sorna y jocosidad como si hubiera «soltado» alguna fanfarronada.

Hoy, casi nueve años después, sigo ratificándolo: La abstinencia es necesaria pero nunca suficiente.

Lo complejo de una recuperación alcohólica no es estar sin beber sino saber afrontar tanto el pasado como el presente sin consumir y siendo conscientes de lo que hemos hecho, intentándolo solucionar en la medida posible, para terminar inventando un futuro sin las mismas consecuencias.

La gente que pretende dejar de beber y «dejar de estar enfermo» teniendo mucha prisa, ya se está condenando automáticamente al fracaso.

La prisa no soluciona más cosas, las estropea. La prisa, esas ganas de correr por demostrar y aparentar que ya no bebemos, y de alguna manera buscamos una medalla o un reconocimiento, es un obstáculo en la recuperación.

La mejor y única manera de demostrar nuestra recuperación es con hechos, actos y cambios sin esperar ningún tipo de aprobación. Hacer las cosas bien hechas, con mucha perseverancia, constancia y paciencia … y los resultados vendrán solos.

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