Mi vida sin sentido cuando no había alcohol

Idolatrar a la botella convirtiendo al alcohol en el único y omnipotente dios, es suficiente para saber que estamos enfermos. Ya no hay necesidad de más información ni detalles para hacer un diagnóstico.

» A los 16 años comencé a sustituir cualquier actividad posible que me pudiera recompensar excepto el momento en salir de juerga y poderme emborrachar. Me pasaba toda la semana abstraído y despistado, sin dar importancia a nada, esperando el momento en que me concedía permisividad para beber. Entonces, era cuando mi vida adquiría un sentido: me sentía recompensado con mis homenajes semanales, inicialmente. Era un sentimiento gratificante y de placer al que lenta pero consistentemente, iba asociando a bienestar, tranquilidad, diversión, vida.

Dejé el deporte porque era incompatible con beber. Dejé de ir al cine porque era incompatible con el alcohol. Dejé ir de excursión o acampada porque era incompatible con el alcohol. Dejé a mis amigos con personalidad y sentido común porque me resultaban incómodos. Me empecé a alejarme de mi familia y me refugié en mí y mi botella porque me molestaban y me sentía juzgado.

Mi aprendizaje social fue con una botella: Las primeras salidas y el sabor de la independencia, mi primera relación seria, mi primer trabajo, mis primeras responsabilidades, mi primera convivencia, el nacimiento de mi hija, …

Llegué al ecuador de mi vida en que por mucho que intentara recordar un solo recuerdo sin beber … me resultaba imposible.

Una vez, cuando comencé mi proceso de recuperación, ordené las fotos de mi vida desde la adolescencia y en todas, pero todas, aparecía una botella al lado.

La conclusión es que mi vida no había sido mi vida sino la que el alcohol hizo que viviera.»

Hay que ser muy honestos consigo mismos si realmente queremos salir de este infierno.

Podemos hablar siempre de conductas, de comportamientos, de tipos,formas y maneras de beber, de cantidades y frecuencias, de consecuencias, de lo que queramos hablar, pero … si no somos capaces de reconocer cómo es realmente nuestra vida y no como creemos que es, será muy complicado recuperarse de esta enfermedad.