Una ternura interesada

Podemos ser las personas más dulces del mundo, decir las palabras más hermosas, regalar las flores más bonitas, ser tiernos y románticos, amorosos y encantadores, … pero por norma siempre después de haberla jodido o haber hecho «alguna de las nuestras».

Así funciona la maquinaria alcohólica: Bajo el «efecto compensación».

Hoy bebo, me despreocupo de todo, la lío, me emborracho o abuso del consumo, me importa muy poco todo el mundo y me siento fuerte y seguro.

Mañana, lloro desconsaladamente, me arrepiento, lo siento muchísimo, pido perdón una y otra vez, prometo cosas que sé que no voy a cumplir, intento capear el temporal, y me adapto al papel que sea necesario con tal de convencer y calmar la situación.

Pasado mañana ya estoy tranquilo porque he conseguido el objetivo.

Al día siguiente ya tramo otra vez para preparar el terreno y volver a consumir y comenzar este bucle o círculo vicioso.

¿La ternura, el amor, la calidez? Si es real y cierta, siempre antes (no después) de beber.

 

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