Una guerra perdida de antemano.

Tengo la firme convicción (y la experiencia) que quién quiere recuperarse de la enfermedad del alcoholismo no habla, se pone en ello.

Para llegar a este punto, primero hay que aceptar la derrota. Sabernos vencidos y derrotados por el alcohol, asumir que el control se nos ha escapado, y que difícilmente sin ayuda ni orientación conseguiremos hacerlo.

No hay batallas para vencer la enfermedad, las hay para superarla a través de la recuperación.

Luchar contra el alcohol cuando ya hemos enfermado … es una guerra perdida de antemano. Si se lucha, … que sea por la vida y no por poder seguir consumiendo.

Al enfermar, beber y vivir se hacen incompatibles. Como mucho se puede sobrevivir, pero lo que es vivir en su más amplio contexto (sentir, percibir, contemplar, disfrutar, conseguir un bienestar interno,…) es casi imposible si estamos anestesiados por los efectos del alcohol.

Todos esos «Esta vez va en serio, lo conseguiré, intentaré, voy a …, cambiaré, dame otra oportunidad, te juro que es la última vez, bla,bla, bla» son simples excusas para poder seguir bebiendo que disfrazamos autoengañándonos de propósitos. Son intentos y experimentos abocados al fracaso. son … batallas perdidas.

Las energías para la lucha y el esfuerzo deben ir en la dirección contraria: el tratamiento.

Si no se entiende este concepto tan básico, puede que nos pasemos la existencia (que no la vida) en un bucle continuo de idas y venidas entre la sobriedad y la ebriedad, la serenidad y la intoxicación, pero que al final el resultado será siempre el mismo: la derrota.

Deja un comentario

Debes iniciar sesión para escribir un comentario.