Una buena rehabilitación

“Un hombre que no arriesga nada por sus ideas,o no valen sus ideas,o no vale nada el hombre” Platón

Convencido, no convertido. Concentrado,no obsesionado. Atento,no pendiente. …Así trabajo una recuperación eterna como es la de la enfermedad del alcoholismo:no voy de alcohólico por la vida pero lo soy.

Todo este tipo de matices que son muy personales (no te los enseñan en ninguna “escuela”) son los que realmente demuestran la evolución y el crecimiento de una persona cuando deja de beber,siendo alcohólico,y no sólo recupera la ilusión de vivir,sino que la aumenta.

Imposiciones déspotas e inquisidoras de cambios de conductas obligadas y deshabituaciones forzadas,me parecen una atrocidad y una imposición muy peligrosa:No infravaloremos jamás la capacidad manipuladora de un alcohólico. Por muy gurú,terapeuta,iluminado,o científico experimentado que te creas,no confundas nunca una mente alcohólica con la de una rata.

Al alcohólico no hay que enseñarle nada,no hay que darle refuerzos a medida que cambia la conducta,no hay que experimentar con los últimos estudios,etc. Al alcohólico hay que darle amor,comprensión,y kilos de humanidad,calidez y afectividad para que comprenda que su actuación y comportamiento están equivocados por culpa del consumo y la enfermedad,nunca de él.

Que cada cual escoja la forma de recuperarse,pero lo haga como fuere,que esta sea para que cuando esté sin alcohol durante el resto de su vida,lo haga con entusiasmo y alegría.

Como todo alcohólico lo intenté todo no una,sino miles de veces. Al final el resultado siempre era el mismo:No tenía la intención de dejar de beber e hiciese lo que hiciese,siempre acaba en el mismo lugar;dentro de una botella.

¿Pero para eso eso habrá que cambiar de conducta y dejar ambientes tóxicos,no? ¡Evidentemente! Si un alcohólico deja de beber y sigue haciendo lo mismo,lo único que hará es convertirse en un alcohólico seco (a mí me gusta llamarlo alcohólico cabreado): no beberá alcohol pero se seguirá comportando enfadado con el mundo.

Pero al referirme a “cambios” no me quiero limitar sólo a los de los “manuales” y corrientes. El cambio más importante es el del alma. El alma de un alcohólico está muy tocada,muy herida.

La primera vez que dejé de beber y comprendí que no lo hacía por arrepentimiento sino por convencimiento,es la que me ha mantenido hasta ahora abstemio y con unas ganas de vivir y luchar cada minuto impresionantes.

No me siento un alcohólico que se arrepintió y se convirtió. Me siento un alcohólico que se convenció que es mejor,más pleno,más profundo,contemplativo y espiritual vivir una año como ahora que cien como lo hacía antes

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