Un infierno en tu cabeza
Detrás de esa imagen de despreocupación y felicidad que desprende el alcohólico en la que aparenta que su vida es una fiesta continúa se esconde una personalidad torturada y amargada, sin autoestima e insegura, y hundida por la frustración, angustia, y desesperación.
Las apariencias engañan. La mente de un alcohólico es un hervidero, un calvario, un verdadero infierno.
Cuando hemos enfermado nos convertimos en bombas de relojería, programadas para estallar en un cierto plazo.
Esa angustia a la que me refiero es la que no se ve, no se cuenta, no se comparte. Es ese dolor intenso y punzante en el alma que nos produce el remordimiento y la culpabilidad.
Se manifiesta como un verdadero infierno a través de pensamientos paranoicos, obsesivos, una ansiedad desproporcionada, trastornos y patologías mentales asociadas, sensación total de vacío, inconformismo, enfado con el mundo y con nosotros mismos.
Para que alguien que no sea enfermo se pueda hacer una idea, es la tortura que no le desaría ni a mi peor enemigo.
Recordemos siempre que cuando veamos a alguien siempre de fiesta, con una copa en la mano, alardeando y fanfarroneando, y aparentando que desborda felicidad y bienestar por el estado alegre y eufórico que le proporciona el consumo, como tiene que ser o estar esa persona cuando los efectos de subida se convierten en bajón. Yo ya os lo anticipo: Peor que el infierno, porque si éste
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Buenos días, cuando estaba consumiendo me encontraba en los mundos de Yupi. Pero solo en los momentos de estar empezando la ingesta, a partir de la mitad de la ¿fiesta? Ya solo los demás se reían, pero de nuestras extravagancias y tonterías.Leer más ..
Las apriencias engañan y no es oro todo lo que reluce, aquel que viste con uniforme de gala esplendido a cada borrachera puede ser un vil monstruo en casa transformado por el alcohol; cuando bebiamos o recuperados vemos esa falsa seguridad que cLeer más ..