Trabajar, trabajar, trabajar

» Soy enfermo y nunca pediré perdón por ser enfermo, pero si es justo y honesto pedirlo por los comportamientos que esta enfermedad me ha provocado»

Es cierto que nadie se avergüenza o se disculpa por enfermar de cualquier dolencia, pero sin embargo,en los enfermos alcohólicos y de otras sustancias  forma parte de nuestro proceso de sanación y recuperación el hacerlo, no por la enfermedad en sí, sino en cómo esta nos ha hecho actuar y por las conductas que hemos adquirido al hacerlo.

Por lo tanto «antes de entrar, dejen salir». No debemos precipitarnos y querer pedir perdón o ser perdonados por llevar un breve tiempo de abstinencia ya que aunque esto sea necesario a lo largo de la recuperación nunca es prioritario. Si así fuera, la ansiedad por ese objetivo no nos dejaría nunca avanzar y evolucionar.

Antes de reflexionar y hacer un análisis de conciencia de nuestras conductas inapropiadas y fuera de lugar (incluso muchas veces llegando a la ofensa, anulación, manipulación, mentiras y engaños constantes), primero debemos seguir unos pasos previos y muy necesarios: Desintoxicarnos, por supuesto, y una vez hecho, aprender a conocernos a nosotros mismos para poder eliminar esas conductas tan impregnadas que las que el alcohol o drogas nos ha marcado.

A medida que nos recuperamos y evolucionamos (no que nos abstenemos) nuestra mente se irá «secando»  y poco a poco iremos recuperando esa persona que se escondía detrás del consumo y de la enfermedad.

Todo este proceso es más de comprensión que de aprendizaje, y sólo quien así lo hace puede prepararse para dar pasos más complejos y profundos. Entre ellos el reconciliarse consigo mismo y con los demás, aprender a querer y a quererse, recuperar la autoestima que nos dejamos algún día atrapada en una botella, y poder actuar con madurez, sensatez, con amor y humanidad un 1 de método y un 99% de amor.

Cuando dejes atrás la pesada mochila del pasado, (engaños, desastres, calamidades, etc. etc.)  es el momento de tomar una nueva para llenarla de un nuevo Yo, donde cargar en ella una vida (sentir, compartir, amar, recuperar hijos, madres) y crearnos un futuro estable para no volver atrás, sintiendo y trasmitiendo calma, bienestar, serenidad….

Ese será el momento de pedir perdón, perdón de verdad, perdón con amor e intentar recuperar la credibilidad perdida en la barra de un bar.

Pero para eso, huelga decir que antes de «hablar», hay que «demostrar» y ello se consigue con tres palabras trabajo, trabajo, trabajo.

Obras son amores y no buenas razones.

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