¿Tonterías…? ¡Las justas!
«A un alcohólico ne le enseñes lo que es la enfermedad;¡Haz que la comprenda!»
Menos adornos,menos palabras complejas e inentendibles que ni los mismos que las pronuncian se las creen,menos predicadores sin ejemplo,menos «Powers point»,menos explicaciones de manual y métodos obsoletos o inhumanos,y …¡Menos tontería!
Nunca debe ser el enfermo quien se ponga al nivel del profesional sino al contrario,éste debe «bajarse» y comunicarse en un lenguaje cálido,comprensible,afable,y muy humano.
¿De verdad alguien piensa que cuándo yo bebía cuarenta cervezas diarias y por las mañanas me temblaba el pulso del «monazo» que llevaba,con una resaca y un mal humor que no me soportaba,estaba para entender explicaciones o posibles futuras consecuencias…?
Porque si algún profesional o «iluminado» piensa eso,de verdad que no tiene ni puta idea de la ansiedad y el trastorno al que estamos sometidos los enfermos cuando desaparecen los efectos iniciales del alcohol y estamos de bajonazo o abstinencia.
Por otra parte,hablarle a un enfermo cuando está en el lado opuesto;el de «subidón»,donde la euforia y la falsa seguridad nos hacen creernos invencibles e inmunes de daños,es una pérdida de tiempo porque ni escuchamos ni nos interesa hacerlo.
¿El primer paso’ Hablar el mismo lenguaje.
Lo mismo exactamente con los jóvenes que se inician en el consumo:No hay que hablarles como imbéciles,sino como adultos. Sólo falta que les digamos «Alcohol caca».
¡Hay mucho trabajo,y desde luego la linea de prevención que se ha hecho durante las últimas décadas,parece que la elaboraron en un bar tomándose cuatro whiskies!
¡Qué no nos tomen por gilipollas!