» Tendría que hacer …», ¡No! :» Tengo que hacer»

En el tiempo verbal de esta expresión ya se nos delata la intención: real o negociación.

Cuando comenzamos con los «ias»: debería, tendría, habría, podría, cambiaría, querría … ¡Vamos mal!

El presente condicional simple no es aconsejable en el alcoholismo.

Implica una negociación, un «puede ser», una probabilidad, un «ya veremos».

Para salir del infierno del alcohol hay que estar seguros, firmes, decididos y con fortaleza. No hay negociación posible, no hay alternativa, no hay duda: Se hace o no se hace.

El lenguaje interno con el que nos hablamos es el que determinará la acción. Por muy nimio y pequeño detalle que nos parezca es la clave de nuestra iniciativa y fuerza o motivación para emprender un duro, pero gratificante, camino de regreso a la vida.

La mente alcohólica es muy tramposa: siempre se inclina hacia la botella. Para ello utiliza la autocompasión, el victimismo y derrotismo, la frustración, pesimismo y engaño.

Cuando comenzamos a recuperarnos (no a abstenernos) lo vemos todo negro no porque sea negro, sino porque queremos que sea así ya que la fuerza que ejerce el alcohol sobre nosotros, los enfermos, es tan poderosa que es capaz de continuar engañándonos aún cuando la cosas van bien.

No hay un «tendría», hay un «tengo». Ese es un comienzo prometedor.

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