Tejiendo
Cuando una mente está alcoholizada todo lo que piensa es premeditado.
Siempre actuará por un interés común; consumir.
Eso puede que en un principio de la enfermedad resulte sencillo, pero a medida que avance, cada vez se complicará: menor repertorio de excusas, más reproches, dificultad para mentir, etc.
Aquí es donde el «instinto de supervivencia alcohólica» nacerá y se desarrollará al límite de la trama y manipulación.
Entonces empezaremos a «tejer» nuestra propia red de araña: todo estará calculado. Desde a quien hay que arrimarse, con quien nos conviene ir, a quien podemos manipular o convencer fácilmente, de quien hay que huir o evitar, cuales van a ser nuestros cómplices, etc.
Nos convertimos en auténticos tejedores.
La botella entra en nuestras vidas con alegría disfrazada de euforia y bienestar. Nos cede los galones durante un tiempo pero al final, cuando nos atrapa, es ella quien manda, teje, y maneja nuestras vidas hacia la destrucción.