» Te lo juro, te lo prometo, …»

No hay enfermo alcohólico que de tanto usar estas expresiones las haya desgastado y hastiado a los demás con ellas.

Son las frases por excelencia de la enfermedad. Juramentos y promesas incumplidas continuamente con el único fin de evitar la recriminación por su actitud y conducta.

» Ni contigo ni sin ti» 

Queremos tener a los demás (más que amarlos, utilizarlos) pero también queremos seguir bebiendo. En el momento en que un bebedor de alcohol enferma y se ve obligado a elegir entre la botella y las personas a las que quiere o las que le quieren a él, el dilema entra inmediatamente en juego: » ¿Ahora que hago?-nos decimos a nosotros  mismos. si sigo bebiendo se van a enfadar, me van a dejar, … por lo tanto, no me queda otro recurso que mentir y engañar para hacer ambas cosas».

Este es el pensamiento muy resumido y simplificado de por qué juramos que no volveremos a hacerlo aún a sabiendas que no es verdad.

Debo reconocer que cuando bebía (estaba enfermo y tenía la necesidad imperiosa de hacerlo) mientras juraba a quien fuere que no volvería a hacerlo, en el mismo instante en mi cerebro, estaba premeditando y visualizando la próxima copa que me iba a tomar una vez hubiera acabado de engañar.

Las buenas intenciones, las promesas, las ganas de hacerlo bien, …si estás enfermo siempre son vencidas por la botella.

¿Cuándo se acaba entonces toda esta farsa? ¡Muy sencillo: cuando decides recuperarte!

«Obras son amores y no buenas razones». Menos palabras y más hechos. Ese es el mejor juramento sin necesidad de pronunciar ni una palabra cualquier enfermo que de verdad quiera recuperarse y salir de este infierno.