Solo ante el peligro
Nunca mejor título para describir como acaba un enfermo alcohólico cuando no reconoce y acepta su situación.
¡Solo, completamente solo!
No diré desde la primera copa que tomamos en la vida, aquellos que estamos «predestinados» a enfermar, pero sí desde la primera pérdida de control ya perdemos algún amigo por el camino.
Así, a lo largo de nuestra vida y trayectoria alcohólica iremos dejando o ellos nos abandonarán a nosotros a las mejores personas que han estado a nuestro lado.
Algunos se partirán hasta la cara literal y metafóricamente y se enfrentarán a los demás para defendernos y apoyarnos pero al final cederán decepcionados, engañados y estafados por nuestra conducta.
En el alcoholismo no hay amistad, hay complicidad o compadreo.
No hay amor que no sea exclusivamente amor por beber.
No hay solidaridad, fidelidad o lealtad. Todos los valores nobles acabarán dentro de una botella.
Por otra parte, todo intento de ayuda se desvanecerá por culpa nuestra, porque la rechazaremos una y mil veces.
Poco a poco, a medida que enfermemos, nos forjaremos un territorio en el que no nos sintamos amenazados y podamos continuar consumiendo. La consecuencia que acarreará es más grave: Ya no sólo acabaremos con los amigos sino con la familia, pareja y seres queridos que nos conviven con nosotros.
Por último, como he empezado: Solos ante el peligro. Un peligro real y muy destructivo.