Sin
Sin: Sin miedo, sin rencor, sin ansiedad, sin conflicto, sin violencia, sin culpa, sin remordimiento, sin sensación de vacío, sin malestar, sin odio, sin reproches, sin vergüenza, sin falta de autoestima o motivación, sin bajón o depresión, sin rendición, sin desilusión, sin todos esos «sin» a los que lleva el «con» alcohol.
La recuperación alcohólica ya no sólo consiste en lo que podemos ganar, sino en los que vamos perdiendo día a día, copa a copa, en las barras, en las botellas, en todo.
Seguir luchando, mejor nadando para la analogía, a contracorriente es un hundimiento asegurado.
Cuando enfermamos o estamos en riesgo porque los episodios de abuso y exceso de alcohol ya no son anecdóticos ni esporádicos sino que son una constante vital, el seguir consumiendo es firmar nuestra propia sentencia de muerte.
¿Menos dramático? Nuestra sentencia de rendición a la vida.
No es un «sin alcohol» como debemos plantearnoslo. Hay que replantearse un «con» vida.
No luchemos batallas que ya tenemos perdidas de antemano y conservemos nuestras fuerzas y energías para emprender aquellas que podemos ganar.
¿Cuáles son en un alcohólico? Regresar a la vida sin la necesidad de consumir y aprender a disfrutar de ella.