«Sin beber,la vida me parece muy aburrida»
«La vida tiene su lado sombrío y su lado brillante;de nosotros depende elegir el que más nos plazca» Samuel Smiles
¿Acaso vamos a pensar lo contrario? Basta para que nos digan que no podemos hacer una cosa,para que la deseemos con todas las fuerzas.
Los alcohólicos no podemos beber. Es sencillo,pero hacemos lo imposible para complicarlo.
Nuestro «yo» dejar de serlo para convertirse en nuestro «yo alcohólico». Este último es quien manda:quien dirige nuestras vidas y quien les da el sentido a ellas.
Por supuesto que un alcohólico tiene ganas de beber. ¡Por eso precisamente,es enfermo alcohólico! El alcohol nos ha credo esa necesidad. De eso trata la enfermedad.
Y nuestro «yo alcohólico» luchará con todas sus fuerzas para convencernos de que el mundo sin alcohol es feo y gris,triste y soso. Esa es la lucha y conflicto interno que hace que la recuperación no sea tan fácil.
La mente alcohólica nos engañará,nos hará estar tristes,nos pasará malas jugadas,nos hará trampas,y siempre nos intentará convencer de que no somos enfermos, sino que sólo debemos aprender a beber y controlar.
Esa situación se repetirá una y otra vez cada vez que creamos que lo mejor sería parar los consumos y acabar de una vez con este infierno.
Pero la realidad,hasta el más enfermo y confuso la sabe:la vida si en algún momento es gris,por mucho que sigamos bebiendo no conseguiremos colorearla,sino todo lo contrario;volverla más oscura.
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