¿Se termina algún día toda esta historia?

Esta es la cancioncita que más se repite en la cabeza de la pareja o el familiar que convive con un enfermo alcohólico.

La duda la incertidumbre, la angustia y el desgaste físico y psico-emocional de ver tantos intentos que siempre terminan en fracaso, hacen que aparezca la desesperación, la falta de confianza, la pérdida de credibilidad, y especialmente que se apague la ilusión de ver a esa persona algún día recuperada.

Esta «historia», el alcoholismo, puede tener múltiples finales pero yo los reduciría al máximo con dos opciones: morirte bebiendo o ponerte en tratamiento y recuperar una vida que se quedo atascada y ahogada en el fondo de cualquier botella.

«Quise ahogar las penas en licor,pero las condenadas aprendieron a nadar»- decía Frida Kahlo.

No es una expresión para gustarse,para impresionar a los demás, para quedar bien o como inteligente, o hacer apología del consumo, sino una expresión que siempre me ha llamado mucho la atención por su sabiduría: Estaba anunciando su incapacidad para salir de este infierno que le condenaba a una vida de tormento por culpa del alcohol y ella lo sabía, aún así continuaba matándose lentamente.

¿Cómo es posible, sabiendo que el alcohol nos arruina y destruye la vida, nos siga teniendo tan enganchados? ¡Esa es la interrogante que hiere de verdad y desconcierta a los de nuestro alrededor!

El alcoholismo es una maldita enfermedad para cualquier persona que la sufra y para los que le quieren, por lo tanto, si esas «penas» aprenden a nadar … hay que vaciar el líquido o romper la botella y que se aprendan a caminar para huir lo más lejos posible de nosotros.

¿Se acaba alguna vez de esta historia…? Tal vez el planteamiento tiene que ser distinto: ¡Qué se acabe ya esta historia para bien o mal, pero que se acabe y no siga prolongándose porque eso, es todavía peor!