Sabotaje
Cuando enfermamos de alcoholismo somos víctimas de un sabotaje de nuestra propia mente.
Ésta nos sabotea los sentidos, distorsiona nuestra percepción de la realidad, y altera nuestras conductas.
Alcanzamos un punto extremo de » Autos»: Nos autodestruimos, nos autoengañamos, autolesionamos, autoaislamos, autoconvencemos, …
Nosotros mismos nos convertimos en nuestro propio enemigo.
De repente, de tanto beber y abusar, nos encontramos en nuestro cuerpo siendo unos auténticos desconocidos y extraños. Nuestro entorno cercano, especialmente nuestra familia, no puede creerse lo que está sucediendo:
«Antes no era así, no puedo entender cómo ha cambiado tanto, no sé que le ha sucedido.»- son expresiones que comienzan a pronunciarse sobre nosotros.
De alguna manera, todos los qué enfermamos, aunque no aceptemos el problema o la enfermedad, sabemos que algo no va bien y queremos ponerle remedio buscando soluciones que al final no logramos porque el alcohol ya nos maneja y nos convierte en unos peleles. Eso hace que nos frustremos y enfademos al tener buena intención de comportarnos como consideramos que deberíamos hacer pero no somos capaces porque la necesidad de consumir es tan fuerte y enfermiza que no nos lo permite.
Vamos aumentando nuestros despropósitos, perdiendo la dignidad, valores y principios, la autoestima por causa del alcohol.
Sin ánimo de justificar ningún comportamiento, la mente alcohólica nos sumerge en un mundo de conflicto interno. Una batalla muy dura con y entre nosotros que nos tortura y amarga.
Al final, sólo hay un modo de salir victoriosos de esta batalla. Huyendo de ella.
Por eso insisto siempre que en lugar de derrochar tanta energía en combatir contra la botella, utilicemosla para escapar y apartarnos de ella.
Si queremos recuperarnos debemos comenzar por recuperar el control y volver a ser nosotros mismos, con nuestros defectos y virtudes, con nuestras imperfecciones y talentos, gustando o no gustando, pero al fin y al cabo siendo los dueños de nuestras acciones y pensamientos.
Mientras sigamos consumiendo, por muy buena intención que tengamos, nunca lo lograremos.