Rehabilitarse, para todos una vuelta a la vida

De tantas veces romper la armonía, desestabilizar una situación alegre y tranquila, de crear discusiones absurdas y en ocasiones surrealistas, de advertirnos y querer echar una mano, … nuestros seres queridos terminan por agotarse y huyen.

Hablamos de una enfermedad tan dura y compleja, tan emocional y asociada a la sensibilidad, tan dependiente de la resistencia, así como de la capacidad y actitud ante los obstáculos cotidianos del día a día, que la incertidumbre siempre planea en el entorno; por mucho tiempo que se lleve sin consumir.

Afrontar la enfermedad implica aceptación y reconocimiento, enfrentarse a los miedos y a las situaciones nuevas que viviremos sin refugiarnos y sostenernos en el alcohol. Tendremos que adaptarnos al nuevo entorno y aprender a conseguir, sino la felicidad, al menos una situación de bienestar en el planeta  sobriedad.

Cuando nos perdonan una y otra vez y nosotros respondemos a esa actitud con más ofensa, desprecio y aislamiento. Pero referente a ese amor incondicional que se refleja en los rostros desencajados por no ser correspondidos ni tan siquiera apreciados, siempre veo fuerza, luz y esperanza.

Una buena recuperación, si por algo se puede medir o evaluar es por los cambios de conducta

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