Recuperarse significa eso; recuperarse, volver a ser quiénes éramos.

Siempre asociamos el recuperarse, cuando hablamos de alcoholismo, con cambio. Cambio de conductas y comportamientos. Cambios de entornos y ambientes. Cambios de carácter y temperamento. Cambios de actitud. Cambios, cambios, y cambios.

Honestamente, en el inicio de dejar de consumir, me lo planteé de este modo. Pero con el tiempo, trabajo, observación y experiencia … «descompliqué» el concepto recuperación. Lo simplifiqué.: Pase de pensar en recuperarse a recuperarme, y eso significaba tener el objetivo de volver a ser el mismo que era antes de que el alcohol dominara y cogiera las riendas de mi vida.

No me acuerdo muy bien de cómo era, después de casi tres décadas en el «planeta botella», ni tampoco sé si me gustaba mucho. Lo que sí recuerdo con certeza es que al menos, no me disgustaba.

Al trabajar, convivir y compartir casi todo el día con enfermos como yo, he podido comprobar que lo qué nos hace ser patéticos no es nuestra personalidad, sino la enfermedad.

Me he sorprendido el conocer a las mejores personas, más buenas y sensibles entre nosotros una vez que la enfermedad está controlada y dominada (nunca curada). Cuando detrás del enfermo comienza asomar la verdadera persona.

No somos malos, pecadores, viciosos, psico o sociópatas con ausencia de conciencia o remordimiento. ¡No, no es así de sencillo! Nos duele mucho lo que hemos hecho, los que hemos pasado, lo que hemos hecho sufrir a los demás …

Por eso, la perspectiva de recuperarse tomada literalmente de intentar a volver a ser el qué éramos, no me parece nada descabellada. Más bien la apropiada.

Ahora, ¡Eso sí: no justifico ni considero un atenuante a nadie, comenzando por mí mismo, el excusarse en el «Es qué había bebido».

Si somos «buenos», ¡Demostrémoslo! No nos lo inventemos o lo contemos.

Deja un comentario

Debes iniciar sesión para escribir un comentario.