Recrearse
Cuando una mente está o estuvo recientemente empapada de alcohol por mucho tiempo prolongado, cuando «pide» esa necesidad de consumo, nos está diciendo: » ¡Gratifícame!
Como otra más de las infinitas trampas del alcoholismo, el recrearse en el consumo y en los efectos que nos producía, resaltando y magnificando los «placenteros» obviando los malos, recurre al recrearse. Recordar y hasta saborear esos momentos que creemos que la intoxicación nos dio buenos o al menos de no preocupación y angustia.
Esta actitud, muy común en las personas que se inician en el proceso de rehabilitación y recuperación es habitual: Suele existir un autodiálogo en el que nos decimos y cuestionamos si valió la pena el duro esfuerzo de tener que aprender y convivir con nosotros mismos en sobriedad.
Al principio, la abstinencia es física. la necesidad imperiosa de consumir, al parar de hacerlo, se nos manifiesta con síntomas muy detectables y previsibles. Pero posteriormente, cuando esos síntomas desaparecen entran en escena otros mucho más duros: los psicológicos. La necesidad deja de ser física para convertirse en un deseo proveniente de un falso recuerdo propio del auto-engaño.
Sea como fuere, el recrearse como cualquier otra trampa, siempre es una huida o un viaje a ninguna parte.