¿ A quién pretendemos engañar?
El alcohol puede tapar muchas cosas durante tiempo, pero al final siempre acabarán por salir a flote y ser descubiertas. Tanto las mentiras como el uso de este para ocultarlas.
Alguien que bebe fuera de lo normal, sea por cantidades o frecuencia de consumo, por abuso y excesos, o por refugiarse de su cobardía, tarde o temprano acabará delatándose el mismo sin necesidad de que nadie le acuse con el dedo.
Cuándo me preguntan: ¿Soy alcohólico?, mi respuesta inmediata sin dudar es: Tú sabrás.
Al cruzar el límite de lo normal a enfermizo nuestra mente se transforma y entrega el timón, priorizando, a la sustancia que nos produce ese efecto de huida, evasión, evitación, y cobardía que nos hace navegar cada vez más a la deriva, sin control, y con ese sabor amargo a rendición y derrota.
Intentamos por todos los medios ocultar y disimularlo: mentiras, excusas, manipulaciones, juegos emocionales, autocompasión y victimismo, falsas apariencias, chanchullos, trapicheos, y todas esas malas artes de vivir.
Pasamos del vivir al existir y sobrevivir, y del sobrevivir al «sobrebeber».
Esta metamorfosis nos lleva al auto-engaño, creyéndonos más listos y astutos que los demás: Pensamos que estamos logrando engañar a los demás y lo que es peor, que ellos se lo creen.
La realidad vista desde la perspectiva de la sobriedad es otra muy diferente: No engañamos a nadie, se dejan aparentar ser engañados y timados para evitar entrar en un bucle agotador y absurdo donde ellos hablan e intentan ayudar y nosotros, los enfermos, no escuchamos y hacemos lo que nos da la gana.
El tiempo y el consumo se encargarán por sí solos de aislarnos y apartarnos de quiénes nos amaban. Nosotros también haremos lo mismo: Nos alejaremos de ellos para amar más a la botella.
¿Engañar? ¡No, qué va! Más que engañar daremos lástima y sembraremos tristeza.
De toda este drama del engaño lo más triste es el acto final donde hay el desenlace: Nos hemos pasado media vida pretendiendo engañar a los demás cuando lo único que hacíamos era engañarnos a nosotros mismos.
La trama de esta obra no es nueva, es siempre la misma. Sólo puede cambiar si tú, el personaje principal, decides hacerlo.
Si de verdad pretendes engañar a alguien, hazle un guiño a la vida y ponte en tratamiento. Así engañarás al que te está engañando; el alcohol.