¡Qué hermoso es reír, qué triste necesitar consumir para hacerlo!
De cada cien enfermos alcohólicoso por otras substancias, ciento uno piensan que sin consumir … ya no podrán volver a divertirse, a pasarlo bien, a reír si no pueden beber aunque sea «de vez en cuando».
Ese pensamiento anticipado es muchas veces la causa de esa tremenda resistencia a dejarse ayudar y a recuperarse de la enfermedad: creer que sin alcohol ya no habrá diversión.
Si todos los qué hemos enfermado recapitulásemos un poco e hiciéramos un recorrido por nuestra trayectoria del abuso del consumo con honestidad veríamos que no «ha sido tan divertido» todos esos días de juerga y borracheras. Más bien nos daríamos cuenta que mayoritariamente el exceso y abuso de consumo sólo nos trajo miserias, dramas, discusiones, conflictos y malos rollos.
Reír es lo más maravilloso del mundo. No se necesita ni una gota de alcohol ni ir bajo los efectos de ninguna sustancia. Reír es el antídoto de la amargura.
Es más, si «aprendes» a reír hasta conseguir reírte de ti mismo, de ver lo absurdos, surrealistas y ridículos que somos los seres humanos, la vida te será mucho más llevadera y divertida.
Hay que disociar ya de una vez el divertirse con el consumo. Esa es la base del mal aprendizaje social que luego se traduce en lo que está sucediendo hoy: una sociedad alcohólica o drogada.¡Qué hermoso es reír, qué triste necesitar beber para hacerlo!