Prohibido rendirse
Hay que tener confianza y esperanza hasta el máximo. Especialmente los familiares y amigos del enfermo.
Sé que es muy fácil escribirlo o pronunciarlo pero cosas más difíciles e imposibles se han visto.
No se trata de consolar o dar falsas expectativas porque los qué comprendemos un poco esta enfermedad, el alcoholismo, sabemos sobradamente que la última palabra siempre la tiene el enfermo.
Pero sí siempre debemos tener presente que el trabajo de desgaste, de insistencia, perseverancia y apoyo al enfermo para que reaccione y sea capaz de recapacitar, aunque no se vean los frutos ni resultados inmediatos, es necesario hasta el final. Hasta el límite.
Por eso debería de estar prohibido rendirse. Aunque flaqueemos, las fuerzas nos fallen, comencemos a estar cansados y decepcionados de tantas mentiras, engaños, y falsas promesas.
La resistencia que ofrecemos los alcohólicos a reconocer y aceptar nuestra enfermedad es tremenda, pero a veces, ese goteo de los que nos quieren, va calando y consigue que tengamos algunos momentos pasajeros de lucidez para reflexionar, y en uno de esos momentos puede venir la reacción.
No hay enfermos «especiales». La tortura psicológica es la misma para unos que para otros. Tal vez vestida o disfrazada de otro modo, pero exactamente la misma.
Si no hubiera personas con amor y esperanza que nunca se rinden … probablemente muchos enfermos que hoy en día están rehabilitados no lo habían logrado.
A veces no se puede cuantificar la ayuda recibida o saber exactamente de donde procede, pero sí es cierto que ésta interviene en toda acción de quererse recuperar.
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Visto desde el punto de vista de un enfermo, durante el proceso de recuperación, nuestra mente alcohólica que es esa voz que nos llama internamente y nos envía mensajes negativos o positivos para rendirnos y dejarnos llevar por la botella
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