Presente pero ausente.

«¡ Ya temblamos. Cuando llegan estas fechas es un desastre!»

Esa es «la parte» que ni vemos o escuchamos los alcohólicos: la de nuestros familiares.

En estas fechas bebemos igual que siempre pero con más licencia y desparpajo.

Igual que siempre porque un enfermo le da igual que fecha sea. Él no necesita un motivo para consumir.Lo que sí sucede es que nos sentimos mucho más relajados ya que inconscientemente, esta sociedad, no ve con malos ojos que durante navidades alguien pueda ir bebido. Incluso lo normalizan.

Al «mezclarnos» entre bebedores normales que realmente están divirtiéndose o pasando un rato alegre, nosotros pasamos desapercibidos camuflados entre las veladas llenas de alcohol.

Al final, año tras año, … hacemos siempre lo mismo: Pasamos las navidades estando presentes de cuerpo pero ausentes de mente. nos tiramos quince días anestesiados, colocados, abducidos. Quince día que no nos enteramos realmente de nada. Qué no sentimos ni saboreamos la armonía propia de estas fechas.

Por otra parte, nuestra enfermedad intoxica y contamina al resto de nuestra familia, porque al estar tan pendiente de nosotros, éstos no pueden relajarse ni por un momento pensando y preocupándose de nuestro devenir.

Lo qué debemos conseguir es pasar algunas navidades sin estar ausentes o intoxicados, y eso sólo lo conseguiremos poniéndonos en tratamiento y comenzando una recuperación.

Deja un comentario

Debes iniciar sesión para escribir un comentario.