» ¿Por qué no me dejáis tranquilo y en paz? «

¡Qué paradoja!. Los enfermos alcohólicos nos quejamos de por qué no nos dejan en paz cuando en realidad es al contrario: Somos nosotros los que no dejamos tranquilos y en paz nunca a los demás.

Esta expresión del encabezamiento no es más que una treta y artimaña de ponerse «a la defensiva» ante las constantes recriminaciones y reproches ganados a pulso con nuestra conducta, actitud, y comportamiento.

¿Pedimos que «nos dejen en paz» o más bien «que nos dejen beber a nuestro aire»?

Es muy importante conocer en esta enfermedad, especialmente los familiares y las personas que conviven con nosotros,los enfermos, que siempre que intenten ayudar, orientar o encaminar corren el riesgo de convertirse en los «malos», en los auténticos enemigos a batir.

Cualquier persona que quiere ayudar, automáticamente se convierte en una amenaza.

Es alguien que se interpone entre el consumidor y la botella, y ese alguien hay que eliminarlo.

Infinidad de parejas rotas y amistades se ha llevado por delante el alcohol. En el caso de la familia más directa, al no poder romper y desconectar muchas veces porque dependemos y subsistimos gracias a ellos, la estrategia es diferente. se busca un distanciamiento o evitar su presencia porque ésta siempre acaba en confrontación. La mejor manera de salir airosos es hacer cómplices, buscar personas del entorno familiar más maleables y manipulables a las que podamos manejar y convencer fácilmente para que nos cubran y escondan nuestras acciones provocadas por el consumo.

Con esta actitud, el enfermo va creando otros enfermos:Los codependientes. Aquellos qué, incluso llegan a enfrentarse con el resto de la familia para defendernos y taparnos de nuestra inmadurez e irresponsabilidad.

Así, a medida que enfermamos, vamos enfermando el ambiente familiar y contaminando el hogar.

Los tentáculos del alcoholismo son muy largos. Más de lo que imaginamos cuando no hemos vivido esa experiencia.