¡De perder, … nada. Sólo ganamos!

Es cómo un pensamiento obsesivo cuando hemos enfermado de alcoholismo el creer que sin alcohol nos vamos a perder muchas cosas buenas en la vida. Tenemos un aprendizaje alcohólico tan impregnado que, la sola idea de imaginar o proyectar nuestra vida futura sin su presencia, ya nos entristece.

No es un pensamiento exclusivo de unos pocos enfermos, sino más bien una asociación generalizada por la mayoría.

Tendemos a pensar que nuestra vida será aburrida, triste, depresiva, rara, y poco interesante si ya no podemos beber «como hace casi todo el mundo».

Esta sensación no es más que otra de las infinitas trampas que nos juega esta enfermedad. El alcoholismo es muy grave. Mucho más de lo que imaginamos cuando estamos intoxicados y no tenemos la capacidad de ser objetivos.

Si somos enfermos y conseguimos dejarnos ayudar y seguir un tratamiento para aprender a vivir sin la necesidad de beber, si logramos no buscar constantemente ese «efecto de escape o huida» que nos da, seguramente el orden regresará a nuestras vidas y con él, la sensatez y el pensamiento sereno y equilibrado.

No pretendamos empezar la casa por el tejado intentando salvar nuestras vidas sin romper con esa idea o asociación de alcohol con gratificación o recompensa. ¡Seamos honestos y exigentes con nosotros mismos y parémonos a pensar lo qué realmente el alcohol nos ha aportado a lo largo de nuestra vida!

Seguro que si somos capaces de encontrar un momento de lucidez para reflexionar sobre ello,  … nos daremos cuenta de que al dejar de beber no hemos perdido nada de nada sino más bien todo lo contrario; ganar.