¿Pedir perdón después de ya haber hecho el daño?: El puto día de la marmota.
Siempre se repite la misma historia: Una, otra, y otra, una otra más y así sucesivamente hasta convertirse en un círculo vicioso al que nos habituamos.
El comportamiento y las conductas de las personas que fuimos o vamos bajo los efectos de sustancias psicotrópicas que alteran nuestra percepción de la realidad, no suelen ser nunca las adecuadas ni las correctas.
Ello supone un continuo despropósito y unos daños colaterales, que al irse los efectos o estar de retirada, hace que nos invada una inmensa sensación de culpa y remordimiento.
Tenemos una extremada necesidad de pedir perdón por como nos comportamos.
Lo lamentable de esta enfermedad, alcoholismo o drogas en general, es que siempre lastimamos a los mismos y a los qué más nos quieren.
Ese perdón que utilizamos con tanta «facilidad» es un perdón de mentira y un falso arrepentimiento: sólo lo hacemos para acallar nuestra maldita conciencia que nos tortura. Lo sé por propia experiencia.
Nuestra meta principal y prioritaria nunca debe ser el pedir perdón, sino el no tener la necesidad de hacerlo porque hemos logrado «domar ese bastardo caballo salvaje» y conseguido reaccionar.
No nos planteemos soluciones temporales a modo parche, busquemos la solución definitiva.
Cada día sale miles de personas del infierno de las drogas y el alcohol. ¿Por qué no vas a ser tú una de ellas hoy?