Pedir ayuda el primer paso de un gran paso

Los enfermos, no somos capaces de ser objetivos con la gravedad de la enfermedad. Sólo hacemos amagos de reacción cuando hemos sufrido algún aviso serio o consecuencias por el abuso del consumo, pero en realidad no tenemos ni la más mínima intención de dejar de beber voluntariamente por una sencilla y obvia razón: nuestra vida no la manejamos nosotros, sino la botella.

En el momento que el alcohol deja de ser algo complementario o alternativo a nuestro ocio o forma de socializar para formar a ser una necesidad incontrolable, se está entrando en una espiral muy peligrosa de terribles consecuencias.

Constantemente insistiré en que es una enfermedad y no un vicio. Que no somos pecadores y malos.

La recuperación es posible, pero para conseguirla se debe dar un paso muy grande: aceptarla y pedir ayuda

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