» Pataleo»

La vida, no nos debe nada. Nada nos hace «tan especiales» a los que hemos enfermado de alcoholismo. Más bien lo contrario: somos cortados por el mismo patrón.

«Pataleamos», estamos enfadados con el mundo, con la gente, con nuestra propia sombra. Padecemos «infantilismo crónico», vivimos en otra dimensión fantasiosa, siempre nos quejamos, pensamos que hubiéramos podido ser o llegar a mucho más pero que la mala suerte, algo, o cualquier falsa atribución nos lo impedió. Constantemente nos hacemos la víctima y nos compadecemos. Manipulamos, empleamos el chantaje emocional, somos unos mal criados, unos adultos con conducta preadolescente.

Mentimos, engañamos, ponemos excusas, siempre damos la culpa a alguien de lo qué nos sucede (normalmente a los que más nos quieren), nos ponemos agresivos (en ocasiones pasivos, que en el caso, el antagónico viene a ser lo mismo), impulsivos, actuamos con desprecio e intolerancia, despotricamos, todo nos parece feo y gris, nuestra conducta es desairada, desafiante, chulesca. Nuestra actitud de rendición, sedentaria e irresponsable.

Este es un pequeño resumen de nuestra forma de ser cuando ya nos ha atrapado el alcohol. Cuando ya no consumimos alcohol sino que el alcohol ya nos está consumiendo a nosotros.

En definitiva, niños con cuerpo de adulto pataleando y gritando por rabia y frustración el tan típico y cansino: ¡Es qué no me entendéis!

Sí, sí entendemos. Entendemos, cuando sucede todo esto, que tienes una grave enfermedad que se llama alcoholismo.

Deja un comentario

Debes iniciar sesión para escribir un comentario.