El «pataleo» … ni para los niños, y mucho menos para los adultos.
Patalear es un recurso muy egoísta, infantil y caprichoso cuando queremos algo y no lo podemos conseguir o no lo tenemos inmediatamente. Es una forma inmadura de llamar la atención.
Esta actitud también es muy propia y característica de la conducta alcohólica extrapolada a una vida adulta llena de conflictos, fracasos y frustraciones: nos quejamos y lamentamos todo el día, victimizamos, nos hacemos los incomprendidos y los «no» ayudados, atribuimos nuestro fracaso vital echando la culpa a todo y todos, etc.
Expresiones que repetimos una y otra vez, pataleando, como: «Todo me sale mal, nadie me entiende, tengo muy mala suerte, me han dejado, la culpa es de tal o de cual,…»
La vida es dura para los alcohólicos exactamente igual para los que no lo son. Es dura pero a la vez maravillosa si sabemos entenderla, gestionarla y vivirla.
De eso se trata: de aprender a vivir y contemplar, a sentir y saborear, de asumir y aceptar, de conocernos y conocer nuestras virtudes y limitaciones, de aprender a querernos y de ser felices o alcanzar el bienestar sin ninguna sustancia o dependencia en la que apoyarnos o más cobardemente refugiarnos.
Pataleando uno no puede recuperarse nunca. Antes de quejarse, primero comenzar por actuar y menos hablar. Tal vez así consigamos adoptar una nueva y buena perspectiva de las oportunidades que nos ofrece la vida.