Padecer «arrepentimiento semanal».

Semana sí, semana también, después de excesos y abuso de alcohol sufrir el ataque de la conciencia a través del remordimiento, el arrepentimiento, y en ocasiones la flagelación alcohólica, más que enfermedad es una tortura.

Es lógico que después de la calma venga la tempestad. Así es el alcoholismo o las consecuencias del alcohol fuera de su consumo moderado: que hasta los refranes o dichos populares deben expresarse al revés.

Estos arrepentimientos semanales acompañados de coletillas como «No volveré a beber así nunca más, es la última vez que lo hago, esto no me volverá a suceder, etc.» son muy frecuentes y normales cuando nos pasamos bebiendo.

Antes he hablado de lógica y alguno se preguntará dónde está. Bueno, la lógica es evidente cuando hablamos de abuso o consumo desproporcionado de alcohol que las consecuencias nos conduzcan a este extremo de sufrir una tortura psicológica frecuente: El alcohol sólo tiene unos «efectos agradables» que asociamos a gratificantes y de recompensa como es la euforia, la alegría desbordada, la relajación y desinhibición que nos proporciona una falsa seguridad y confianza en nosotros mismos que no es real, etc. pero luego, después de esas sensaciones de bienestar, viene el bajón, la depresión, las inseguridades, el temor, la angustia, depresión, y extremada ansiedad. Por esa razón, después de cada «homenaje», …vienen las consecuencias de esa «no pero sí» enfermedad que llamamos arrepentimiento semanal.

En resumen, cuando somos bebedores de consumo prolongado con episodios habituales de exceso, abusamos del alcohol, no controlamos, somos bebedores de alto riesgo, o ya hemos enfermado, esta situación de remordimiento y angustia por nuestro comportamiento cuando los efectos del alcohol están en el pico de bajada, son lamentablemente muy normales.