En ocasiones, es preferible tirar la toalla antes que besar la lona.

Cuando tu contrincante es el alcohol o las drogas y te está venciendo sobradamente, sé inteligente y asúmelo antes de que te noquee.

No hay que obstinarse en pelear, a veces es mejor estrategia abandonar para poder vivir.

El alcohol es muy poderoso. Seguir echándole un pulso creyendo que algún día le derrotarás es de necios. Ese intentar controlar o «aprender a beber» cuando ya estás derrotado no es más que la crónica de un suicidio.

Que no haya que luchar contra el alcohol no significa que haya que rendirse en esta vida, sino más bien todo lo contrario: aceptar una derrota pequeña para poder conseguir la gran victoria que es vivir libre y sin cadenas que te aten.

¿Por qué emplear esta estrategia? Porque si acabas noqueado puede que ya no te levantes. En cambio, si consigues rehacerte y sobrevivir puede que luego veas el combate de tu vida desde una perspectiva muy diferente en la que vas a ganar seguro.

Llevo el «rendirse no es una puta opción» en la sangre, la piel y el alma. Pero eso no significa que elija destruirme «gratuitamente» sin examinar bien el terreno donde voy a librar mi batalla. Cuando algo no funciona hay que cambiar de estrategia.

No dejes que el alcohol se cebe contigo y te machaque. Sal de las cuerdas, protégete, abandona ese combate y ya tendrás tiempo de entrenarte para el combate más importante, vivir.

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