¡No te cuentes cuentos a ti mismo!
El único que sabe realmente las cantidades y las frecuencias de su consumo, es uno mismo.
Puedes engañar a tu pareja, a tu familia, a tus amigos, a tu entorno … y hasta a ti mismo. Así es el alcoholismo: Una enfermedad capaz de hacer tantas trampas incluso la de lograr hacer una en la que tú mismo caigas atrapado.
Si alguna vez te has planteado: ¿Qué ganaría yo si dejara de beber? y esa pregunta fuera dirigida a mí, inmediatamente te respondería que cambiaras el planteamiento por el de: ¿Que voy a dejar de seguir perdiendo si sigo consumiendo?.
Pero en la primera cuestión, a modo muy resumido y simplificado, la respuesta es: ¡Todo!
Acabarías con el tener que fingir, disimular, aparentar y vivir una vida que no es la tuya ni mucho menos la que deseas.
Por otra parte, si esa decisión es porque el alcohol ya te está venciendo y manejando las riendas de tu vida, te diría que al parar los consumos e intentar rehabilitarte, sentirías un gran alivio. Alivio y quitarte una carga de encima que bajo la intoxicación es muy complicado que puedas hasta imaginártelo.
Para mi es muy fácil escribir y motivar cada mañana desde este rincón porque sé que si alguien reacciona y toma la decisión de pedir ayuda y decidir recuperarse, nadie saca un beneficio más que el propio perjudicado.
Por eso, y por mucha experiencia personal como observada en compañeros y personas que lo han logrado (no suelo fijarme ni sacar conclusiones de los que no han querido hacerlo, sino siempre de los que sí y han luchado) porque me aportan al igual que yo les pueda aportar a ellos, te lanzo el desafío con el titular para que claudiques en tu intento de suicidio lento y agónico al que lleva el abuso o enfermedad del alcoholismo y … dejes ya de contarte cuentos.
Más bien, pásate a la realidad. Al principio puede resultar dura pero luego acaba por ser muy gratificante: tener una vida propia en la que no manda ni decide la botella.