No te avergüences de Tú enfermedad
” … lo que pasó, pasó”
Así reza la canción. Lo que ya está hecho, hecho está. Los enfermos alcohólicos debemos ,en primer lugar, parar de consumir, dejarnos ayudar, seguir un tratamiento, y … hacia adelante.
Es lógico y normal que sintamos mucha vergüenza, sentimiento de culpabilidad, remordimiento, y arrepentimiento. Probablemente habremos sembrado un clima de discordia y desconfianza durante nuestros años de consumo que nos han “dejado” una herencia alcohólica muy difícil de llevar.
Nunca justificaré, atenuaré, o minimizaré ningún comportamiento o conducta por el hecho de ir bajo los efectos del alcohol o intoxicados. Pero tampoco me tiraré piedras sobre mi propio tejado y condenaré juzgando o estereotipando a las personas por el hecho de ser enfermos.
Es cierto que el alcoholismo o la drogadicción se trata de una enfermedad muy compleja porque es una enfermedad del alma y “esas” siempre son complicadas de tratar, pero lo que hay un hecho muy evidente en la recuperación alcohólica: Si nos anclamos en nuestro pasado, en la culpabilidad de todo lo que hemos hecho y cómo nos hemos comportado, será muy difícil que avancemos para ponernos bien e intentemos salir de este infierno.
Yo tengo una teoría personal. ¿Estás enfermo de alcohol o drogas? Primero ponte bien y recupérate. Después, desde la sobriedad y serenidad, tal vez puedas ir solucionando muchas de aquellas cosas que hiciste mal.
Soy un firme defensor de la recuperación y creo que hasta la persona que parece irrecuperable y ya está desechada puede, si se lo propone y trabaja, salir de esta pesadilla. Sé que no es tarea sencilla y que los resultados de éxito, en general, no suelen ser muy optimistas pero a medida que la sociedad se conciencie, no juzgue con anticipación, no discrimine, no “etiquete” y opine gratuitamente, tal vez progresemos y avancemos en los tratamientos y en la integración de las personas que han sufrido una enfermedad cómo esta o similar.
¿Vergüenza de ser alcohólico o drogadicto? Vergüenza me daba cuando iba arrastrándome y dejando mi dignidad por todas las barras de los bares. Ahora me siento (y debemos sentirnos), a pesar de nuestro pasado, orgullosos de superarnos y luchar en una recuperación que no tiene fin porque es eterna