No somos tan incomprendidos como nos parece

«Ten cuidado con leer libros de salud. Podrías morir de un error.» Mark Twain

 

Esa sensación de sentirse la persona más incomprendida del mundo con lo que nos sucede a los alcohólicos cuando no sabemos que lo que somos es eso, alcohólicos, es muy frecuente y habitual .

Nos sentimos especiales, como si sólo tuviéramos problemas que nadie tiene y que estos son los más complicados del mundo.

Todo el mundo tiene problemas, adversidades, obstáculos, piedras en el camino. Todos tenemos motivos suficientes a diario para desfallecer, cansarnos, entristecernos. No hace falta ser alcohólico para estar mal emocionalmente.

Lo que sucede es que nosotros, los alcohólicos, de tanto repetir el mismo error y utilizar los motivos como excusas para poder justificarnos y beber, nos hemos llegado a creer nuestras propias mentiras.

Hemos tirado por la solución más cobarde y fácil para afrontarlos: Beber con la intención de olvidar.

Aunque a pesar de durante años hacerlo y ver que más que olvidar o alejarlos, estos aumentaban, nos hemos ido rindiendo o sometiendo (me es igual el concepto) a la botella. Durante el proceso de enfermar, nos olvidamos de luchar para ceder y, cuando estos aparecían, acudíamos a ella ya sin esperanza pero con la idea de posponerlos o anestesiarlos.

No se puede huir de uno mismo porque por muchos problemas que tengas, si vas a alguna parte … ellos te acompañarán.

La vida es difícil y complicada para todo el mundo. Si queremos dejar de beber y hacer una buena recuperación no seamos tan miserables de pensar que somos «exclusivos», que nadie nos entiende, que sólo nos pasa a nosotros, y dejar ya de una vez de compadecerse y hacerse la víctima con una copa en la mano para pasar a la acción y apechugar con lo que nos venga sin necesidad de escondernos tras el alcohol.

¿Difícil? ¡No, alcoholismo!