No sólo es que se te culpe, si no que también consigan que te sientas culpable.
Los enfermos alcohólicos en activo, al no aceptar ni reconocerse como enfermos, suelen (solemos, porque yo he pasado por esta fase y estado) echar la culpa y proyectar su frustración en los demás pero especialmente a los más cercanos. Estos se convierten en presa fácil. Es una diana para lanzar todos esos dardos envenenados de amargura, odio, ira y rencor acumulada.
«Estos» son por norma los familiares y personas que nos quieren mucho. Echarles la culpa entra en la lógica de esta enfermedad (difícilmente un alcohólico entonará el «mea culpa»), pero lo que ya no es normal es que quien se siente avasallado y anulado por esa manipulación, …caiga en la trampa.
La trampa de llegar a dudar y pensar si realmente tiene algo de culpa o ha provocado esta situación para que el otro beba tanto o abuse. Aquí ya se entra en un estado de confusión que es lo que pretendemos todos los enfermos con nuestra actitud manipuladora y embaucadora.
Si ese fuere el caso de alguien, que ni por un momento se sienta culpable de los actos y comportamientos de otro y mucho menos en la forma o el motivo de consumir alcohol enfermiza y destructivamente.
Es cierto, y siempre lo defenderé, que nuestra enfermedad es sinónimo de necesidad, y que llegamos a un extremo, al caer enfermos, que bebemos sin poder parar ni controlar. Pero eso no significa que exista un motivo, y mucho menos por culpa de alguien.
Es muy importante cuando se habla de alcoholismo, recordar que no sólo enferma el que bebe sino también su entorno, y el llegar a sentirse culpable por cómo bebe otro, es un síntoma muy evidente de ello.