» No nos dejan tirados, nos aislamos y alejamos nosotros mismos»
Fruto y consecuencia de la enfermedad, los alcohólicos tenemos la tendencia a compadecernos y tener la sensación de abandono. Como si de alguna manera nos hubieran dejado de ayudar y nos hubieran rechazado.
Nos encanta hacernos la víctima y contar nuestra versión alcohólica: » No me ayudan, no confían en mí, no me apoyan, nunca están de mi parte sino más bien contra mí, no me entienden, no saben por lo que estoy pasando, …»
Ese aislamiento «adrede» que nosotros, con mucha testarudez, seguimos creyendo que ha sido deliberado y por parte de los otros, no es más que una mecanismo de supervivencia en nuestra enfermedad>: poco a poco hemos ido alejándonos para poder beber a nuestro rollo, con las frecuencias y cantidades que queremos, sin tener que ser observados o recriminados por ello.
La mejor manera de evitar esas confrontaciones y reproches es alejarnos de los que de verdad nos quieren.
Pero la «otra versión», esa que no suelen escuchar los ajenos, es que por culpa de nuestra conducta y comportamiento causa del consumo, hemos generado mucha rabia, odio, dolor, ansiedad, preocupación y hasta hemos hecho enfermar a otros por esa constante vigilancia y exagerada atención hacia nosotros.
Por lo tanto, «de tirados o abandonados» …¡nada!. lo hemos provocado nosotros.
Si no somos honestos y capaces de reconocerlo será muy difícil la recuperación.