No me cuentes la película porque fui yo quien escribió el guión.
Los argumentos y recursos de un alcohólico para defenderse o justificarse rozan lo absurdo y surrealista.
¡La gente no es tonta! La gente escucha pero no te cree.
Cada vez que intentas ocultar lo que tu conducta continuamente delata, estás ridiculizándote y perdiendo un poco más la dignidad.
Las excusas duran un tiempo, luego se agotan.
Nuestro patrón de conducta es muy similar y característico. Los alcohólicos siempre estamos contando rollos e historias para no dormir.
Nos creemos superiores y más listos que los demás, pensando que todo lo que contamos es creíble y que somos capaces de convencer.
¡No, eso no es así! Cierto que somos encantadores de serpientes y grandes manipuladores, pero al final, por mucho encanto y seducción que tengamos, por muy persuasivos que seamos, … nos acaban por quitar la máscara.
Cuando ya estamos muy jodidos, tenemos que cambiar de escenarios y personajes para continuar engañando y trapicheando a aquellos que nos conocen hasta que lo hacen.
Así es la vida de un enfermo alcohólico que se niega a reconocer su enfermedad y prefiere seguir intentando tomar el perlo a los demás.
Todo este bucle, no parará hasta que aceptemos y nos pongamos en tratamiento.
Por último, si entre tus «planes» de premeditación y manipulación está el de acudir a un centro para hacer el paripé y calmar el entorno … te has equivocado de lugar, porque en estos centros no estamos para películas porque las conocemos todas y fuimos nosotros quienes hicimos el guión.