¡No me acuerdo de nada!
» -No me acuerdo de nada de lo que hice ayer. ni adónde fui, ni con quién estuve, cómo llegué a casa …
– ¿Te drogaste?
– ¡No, no, solamente bebí! »
Este es un ejemplo ficticio muy real de una conversación muy frecuente en las personas que abusamos del alcohol: No le damos importancia, y ni tan siquiera consideramos al alcohol como una potente droga.
Siempre me pregunto quiénes fueron los idiotas que sacaron el nombre de «droga blanda» para definir al alcohol en una categoría de tan baja escala.
El alcohol es un potente anestésico, es el mayor depresor que se ha inventado, es capaz de tumbar a gigantes y dejarlos con las piernas tambaleando hasta que no se pueden sostener en pie.
Por otra parte, no menos importante, el tema de los «no me acuerdo …», que no son más que lagunas o lapsus mentales provocadas por el consumo nos resultan graciosos cuando en realidad deberían preocuparnos y asustarnos.
» Una vez que tuve una pelea en un bar, volaron cristales de botella por todo el local. Yo iba en chanclas y en el transcurso de ese episodio, me quede descalzo. Pise un culo de botella y literalmente se me fue un trozo de la planta del pie. Me llevaron a urgencias todo ensangrentado ya que esta, la sangre, brotaba a borbotones, y me tuvieron que intervenir (coser la herida para parar la hemorragia) urgentemente. El médico llegó y les dijo a sus ayudantes: A este no le pongáis anestesia que ya lleva suficiente.»
Quién todavía piense que el alcohol no puede llegar a ser una de las peores drogas y más potentes es porque vive sumergido en la ignorancia.
El abuso de alcohol cada día da titulares a la prensa, desgarra vidas y arruina familias.
El «no me acuerdo de nada …» no es una anécdota graciosa, es más bien un síntoma alarmante de preocupación. Cuando eso ocurre, el cerebbro comienza a verse afectado.