Si no lo intentas con todas tus fuerzas … no es un intento, más bien un amago.
Por la vía rápida se va a pocos o ningún sitio.
Nos pueden taladrar con doctrinas, teorías, estudios e investigaciones, métodos, técnicas y demás, pero al fin y al cabo lo que acaba por prevalecer es «la filosofía de la abuela».
La filosofía de la abuela, de nuestros padres o mayores, de los dichos populares simples y básicos que han movido al mundo durante generaciones, los de siempre, vamos. Esos se dicen y trasmiten por algo.
No hay recompensa sin esfuerzo o sacrificio.
Lo fácil es lo que hace todo el mundo. Lo qué cuesta, eso ya es otra historia.
Es curioso que en una sociedad donde se bombardea con frases de superación y motivación (especialmente desde el auge de las redes sociales), muchos las digan y pocos las practiquen.
Reconozco que son frases y expresiones muy bonitas y que quedan muy bien cara a la galería, pero que cuando es la hora de ponerlas en práctica, nos olvidamos.
Respecto a la intención de dejar de beber y recuperarse sucede exactamente lo mismo: Uno, cuando enferma o el alcohol le asfixia su vida cotidiana, despierta el deseo de ponerse bien y dejar de sufrir y de hacer padecer a los demás.
Reconozco que casi todos tienen esa buena intención y deseo de lograrlo, pero mi pregunta es: ¿Cuántos están dispuestos a luchar al máximo para conseguirlo?
Personalmente, no concibo una recuperación sin mucha lucha. Y una salvaje lucha contra el peor de los enemigos que pueda existir: la propia mente de cada uno.
¡Dejémonos de amagos de dejar de beber y vayamos a por esos intentos en los que uno pone tanto de sí, que al final acaba por recuperarse!