¡No hay manera de que lo reconozca!
«La verdad se corrompe tanto con la mentira como con el silencio» Cicerón
Reconocer y aceptar la enfermedad para un alcohólico es casi como un «asesinato». Los alcohólicos podemos ser alcohólicos,pero no tontos. Es cierto que tenemos las neuronas muy «tocadas»,que no pensamos con mucha claridad,y que nuestro deterioro cognitivo es indudable. Pero,de ahí a querer voluntariamente acabar con nuestro chollo,no llegamos.
La necesidad,probablemente la propia enfermedad,nos hace desarrollar la negación como escudo.
Un alcohólico piensa: » Si digo que estoy enfermo tendré que ir a algún centro y dar la razón a tantas y tantas personas que durante tiempo me lo han advertido. No me quedará más remedio que dejar de beber,y eso,eso no lo quiero»
¡Así de simple!
Por otra parte,al referirme a «asesinato»,dejar de beber para alguien que lo único que ama es beber,…es matar a su amante y compañero incondicional;el alcohol.
Un dato «casero»: de casi todas las llamadas,mensajes,correos,consultas y acogidas en el centro,el 90% (nueve de cada diez) son de algún familiar para informarse cómo puede hacer para que esa persona acepte la enfermedad. Apenas unas pocas son del propio enfermo que voluntariamente acuden.
De hecho,ese poco porcentaje que acude a buscar ayuda directamente,nunca viene reconociéndolo o aceptándolo. Viene a «nivel informativo» o porque tiene un «pequeño problema con el alcohol». Con el añadido de que suelen (solemos) ir muy condicionados:presión familiar,laboral,o social.
Ese tan pequeño porcentaje de personas que acuden a buscar ayuda pero no se reconocen como enfermas a pesar de su evidencia y las consecuencias que el consumo les ha traído,todavía se puede reducir mucho más si tenemos en cuenta los que lo reconocen por un susto o aviso serio (detención,accidente,posibilidad de ser expulsado de casa,amenazado por la ruptura,…)
Por lo tanto,el gran Talón de Aquiles del alcoholismo es precisamente eso;no reconocer la enfermedad.