¡Es qué no tengo fuerzas, me resulta muy difícil dejar de beber!

¡Sí, si qué tienes fuerzas. Él que no tiene fuerzas es el enfermo que hay dentro de ti, pero tú … sí que las tienes aunque las desconozcas!

El enfermo y la verdadera persona conviven juntos unidos por la enfermedad. Hay un desdoblamiento de personalidad que crea un gran conflicto interno en el que siempre vence la parte alcohólica. Ésta es la que maneja las acciones, la otra las buenas intenciones y los deseos.

Todos tenemos más fuerza interior de lo que imaginamos.

Siempre que acude alguien nuevo al centro o me pide ayuda, le respondo lo mismo: » Si a alguien veía irrecuperable del alcoholismo …ese era a mí mismo.»

Yo tampoco tenía fuerzas ni energía. El alcohol me había llevado a su terreno: A la baja autoestima, la depresión, la soledad en compañía, el aislamiento, la inestabilidad emocional, la fatiga por tantos y tantos intentos sin éxito, el decepcionar y defraudar a todos los qué tanto me querían, a mi hindimiento personal, el desencanto y la desilusión vital, la autocompasión, la dejadez, la queja y el enfado permanente, … la rendición.

Hay muchos pasos de gigante casi invisibles o que pasan desapercibidos antes de tomar la decisión de recuperarse, y uno de ellos es ese: Creer que sí, que tenemos fuerza para eso y más.

Si eres enfermo alcohólico y ese es tu caso, y este pensamiento o estado de ánimo es el que apaga tus deseos e ilusiones de recuperarte, … ¡Elimínalo, hazlo desaparecer, … y saca fuerzas de flaqueza!

Buen lunes y buenos pensamientos.