¡No es mi guerra!

Valga la redundancia, mi frase de guerra para afrontar una recuperación alcohólica en su completo contexto de lucha, esfuerzo, y entrega entendido como una batalla muy dura para resucitar, renacer, y reinventarme, siempre fue: ¡No es mi guerra todo aquello que no se centre en ello!

Los alcohólicos adquirimos unas conductas muy marcadas y pronunciadas durante nuestro proceso de enfermar que son muy complejas de extinguir. Entre ellas, que son muchas, la de ser disperso, la confusión, y la fantasía ante la pura y dura realidad, lo que nos lleva siempre a iniciar proyectos inacabables o promesas incumplidas. Cuando me dije: ¿Por qué no, por qué no pruebo de dejar de beber y tomármelo en serio una vez en mi vida y me dejo ayudar? y así lo hice, mi cabeza era un hervidero de ideas desorganizadas, de recuerdos constituidos entre lo real y la confabulación, y especialmente de pensamientos obsesivos que hacían que la persona tan enferma que llevaba encima no dejaran de atormentarme y «convencerme» qué por mucho que hiciera, al final volvería a hacer lo de siempre:beber.

Esto me hizo pensar que mi verdadera guerra y conflicto …era conmigo mismo. No era contra la botella, sociedad,  frustración, soledad, tristeza, depresión, falta de autoestima, desilusión, y desencanto completo por la vida, sino que eso eran consecuencias y daños colaterales por el consumo, no la causa de él. ¿La causa? Sinceramente, no la sabía pero tenía que buscar soluciones y un camino nuevo sin alcohol donde el que manejara las riendas de mi vida fuera yo.

Eso me llevó a concentrarme y centrarme exclusivamente en mi recuperación. ¡Esa era mi verdadera guerra! no se trataba de ir ganando batallas simplemente, sino de pelear para conseguir un objetivo que me parecía inalcanzable como era el de vivir sobrio y sereno sin la necesidad de apoyarme en sustancias ni tóxicos que me desviaran de el.

Esa concentración en la que cada paso que daba, por muy pequeño que fuere e insignificante que aparentara, era una batalla ganada al alcohol.

Así empecé un recorrido centrándome exclusivamente en mí y mi vida, soñando por primera vez sin fantasear, que si continuaba por esa senda, tal vez algún día lograría como mínimo rehabilitarme y encauzar una nueva vida en la que al menos, dejara de enfrentarme a mí mismo.

No creo en la curación, pero sí en la recuperación eterna. Al fin y al cabo, aunque sean dos conceptos muy distintos, el significado es el mismo: Vivir sin necesidad de beber.

¿Significa eso que no me interesaba todo lo demás y sólo me preocupaba egoístamente de lo mío? ¡No, no se trataba de algo tan simple y banal! Significaba que tenía que cumplir la primera premisa de toda persona que desea hacer las cosas bien:

«No puedo estar bien con los demás si primero no soy capaz de estar bien conmigo mismo»

1 Comment

  1. Enrique Román Martinez en Facebook el 12 abril, 2016 a las 8:19 am

    Buenos días, claro que es mi guerra, se trata de mi supervivencia, como no va a ser mi guerra. La batalla ganada cada día hace que al final consiga estar en paz conmigo mismo.Leer más ..

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