No dejes de beber por nadie; hazlo por ti

No dejes de beber nunca para complacer a nadie porque ese «nadie» acabará por no ser motivación suficiente para ganar esta batalla.

Ámate a ti, gústate, cree, recupera la confianza, la ilusión, las ganas de volver a ser el qué fuiste una vez antes de sucumbir y dejarte seducir por el alcohol.

Si uno se encuentra bien consigo mismo … podrá estarlo con los demás.

El alcohol nos anula, nos impide que nos mostremos o demostremos cómo somos en realidad. Él consigue que nos convirtamos en personas deshumanizadas y superficiales. Que antepongamos la búsqueda del efecto a la de la nuestra propia identidad.

Intentar demostrar, convencer o aparentar a alguien que somos capaces y podemos, que «todavía» tenemos el control, que lo dejamos cuando queremos, no son más que conductas y síntomas de la propia enfermedad.

Si te encuentras mal por el consumo, si los años de él, sus excesos, el abuso, las consecuencias han acabado por vencerte … resurge de tus propias cenizas empapadas y no te des del todo por derrotado porque siempre hay personas que pueden ayudarte o centros de tratamiento.

Deja de beber por ti porque tú, eres muy importante y los demás puede que te necesiten bien y sereno. Tal vez en un futuro, si consigues recuperarte, serás tú quien tendrá que ayudarles.

Esta reflexión es muy importante que se haga desde la honestidad, porque la mayoría de personas que dejan de beber condicionadas, coacionadas o por el hecho de demostrar a otros … acaban por recaer.

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