No ceder al chantaje emocional

Ésta es una de las principales «armas letales» del enfermo: Jugar con los sentimientos y aprovechar la vulnerabilidad de los que le quieren, protegen y arropan para manejarlos y manipularlos a su antojo con el fin de poder seguir bebiendo pero no quedarse solos.

No tiene nada que ver con amor, con cariño, ternura, o afecto, sino es simplemente interés.

La enfermedad requiere dependencia emocional de los demás, aprobación, resolución de los conflictos que el propio enfermo se va creando progresivamente a medida que avanza  en ella. Necesita utilizar a los demás para retroalimentarse.

Por lógica, el desgaste que ocasiona el convivir con un enfermo alcohólico es abrumador y devastador: Los familiares, la pareja, …quien sea, ya no puede más. Están hartos de vivir una y otra vez la misma historia.

Lo que sucede en la práctica (porque la teoría la sabemos «todos») es que no es tan sencillo abandonar a una persona a la que se quiere, dejarle de ayudar, y existe un temor en el familiar que le hace sentirse culpable por si lo hace.

Los enfermos somos muy astutos, en este caso, verdaderos vampiros emocionales que no dudaremos en emplear nuestros recursos para retener a esas personas que tantas y tantas veces nos sacan los problemas de encima y nos ayudan a seguir en nuestro mundo.

Por esa razón, el chantaje emocional (el «si me dejas me moriré o no sabré que hacer…») es muy frecuente.

Entiendo que la decisión del familiar no es nada fácil y que de alguna manera, le crea un conflicto e incluso le hace enfermar, pero no hay que ceder en él porque eso no ayuda a recuperarse sino a seguir enfermando, por muy duro que resulte.