Necesitamos que nos rían las gracias
Esa inseguridad,baja autoestima, y búsqueda de aprobación en los demás tan propia de la conducta alcohólica, hace que necesitemos o dependamos de «socios» que nos aplaudan y rían nuestras gracias al igual que esos monos de feria o saltarines que actúan en las calles.
Si es necesario invitaremos,derrocharemos,adularemos,o haremos cualquier cosa con tal de estar rodeado de cómplices de consumo.
En el mundo diseñado por un alcohólico todo es una farsa. Vivimos de la apariencia.
Todo es premeditado y manipulado:No tenemos amigos,sólo compinches. No somos tan espléndidos,sólo actuamos con falsa condescendencia. No somos tan simpáticos y agradables,sólo con los extraños o los que no tenemos un vínculo emocional. No buscamos cariño o ternura sino complicidad…
Desarrollamos un sexto sentido muy especial para agradar,caer bien y seducir con el fin de camuflar o disimular nuestra enfermedad. Tras esa personalidad encantadora de serpientes y que se desvive por y para los demás suele esconderse una persona muy diferente,especialmente en su hogar o convivencia cercana.
Todo este «paripé» que montamos, esta pequeña obra de teatro diaria para resultar aceptados, no es más que pura y dura estrategia para justificarnos y sentirnos mejor por nuestra conducta constantemente inapropiada.