Miedo a vivir

¿Podemos tener miedo a vivir?

Cada vez que echo una mirada atrás en los años de mi recuperación pienso que el gran miedo que tapaba el alcohol era el miedo a vivir.

Vivir en su sentido y contexto completo: Vivir, sentir, contemplar, estar en paz, conciliar, amar…

No es que pretenda ponerme poético pero la botella es una gran cortina que tapa el escenario y sólo te deja ver algunos actos de la representación,nunca la obra completa.

Cuando dejé de beber … me entró pánico. Me dije: ¿Y ahora, qué haré sin beber? ¿Cómo afronto la realidad? ¿Seré capaz de llenar las horas del gran vacío que me produce estar sin beber? ¿Podré soportar la realidad sin ir colocado?¿Sabré gestionar la culpabilidad de mis actos y acarrear con las consecuencias desde la sobriedad? …¡Bufff, cuántas interrogantes me obsesionaron!

El silencio, la calma y paz, el bienestar, el exceso de realidad, el autoconocimiento, …me aterrorizaban.

¿Pero sabéis a que conclusión llegué? A que todo era una trampa más de mi mente alcohólica, de mi mente impregnada y empapada de alcohol que me ponía impedimentos para que no huyera de la botella.

Por supuesto que la realidad puede ser una puta mierda, pero peor es vivirla escondido detrás de una botella. No hay que tenerle miedo, no hay que tener miedo a vivir, si a algo hay que tenerle miedo siendo enfermo alcohólico, es a beber.

Hay que apechugar, aguantar, mantenerse firmes, soportar, afrontar y enfrentarse a los miedos, a lo que sea cuando se está jodido por el alcohol porque al final no hay mejor recompensa que vivir haciendo las paces con uno mismo, independientemente de las circunstancias que nos hayan tocado. Y con la botella de por en medio, …¡imposible!