El miedo al bienestar

Si tuviera que destacar un rasgo común en todas las personas que enfermamos de alcoholismo, este sería la autodestrucción.

Inmersos en un bucle o círculo en el que ya bebemos para aliviar el malestar que nos ha producido el beber la necesidad es parte de la enfermedad, y todo lo que sea salir de esa paradoja nos produce un miedo, un terror, un pánico indescriptible.

Aunque el consumo nos lleve al malestar, conflicto, caos, … nos sentimos cómodos en él.

Nuestro aprendizaje alcohólico nos ha impregnado la idea de que no somos capaces ni tan siquiera de visualizar una vida feliz sin una copa en la mano.

Desde lo externo y el desconocimiento se preguntan: ¿Pero cómo es posible que siga consumiendo si las consecuencias le están consumiendo a él?

Esta fuerte asociación de consumo-bienestar bajo la intoxicación se mantiene y nos impide poder ver lo que está pasando de un modo objetivo. Estamos demasiado anestesiados para poder comprenderlo.

Nos da miedo el dejar de beber, por muy enfermos que estemos, porque pensamos que sin alcohol no encajaremos o no nos ubicaremos en ningún tipo de contexto (familiar, social, de relación, etc.)

En realidad no es un temor al bienestar porque a éste no lo conocemos. No sabemos qué ni cómo es. Tantos años de trampas, de baja autoestima, de despropósitos y conductas inadecuadas, que hemos conseguido construir del infierno nuestro hogar.

Cómo todo en la enfermedad del alcoholismo … no deja de ser una trampa más con la que nos seduce el alcohol una vez que nos ha conquistado.

Sí existe el bienestar, aunque este sea subjetivo y personal en la forma de verlo,sentir y vivirlo individualmente, está ahí esperándonos. Lo que sucede que es incompatible con el consumo cuando hemos enfermado y decidir lanzarse a por él significa abandonar la botella.

A todos los que creen, por muy intoxicados que estén, que el alcohol les ha derrotado, les diría que no tengan miedo, ya no a ser felices, sino simplemente a no ser infelices.

La mejor recompensa de un enfermo es poderse despertarse cada mañana sin sobresaltos y acostarse sin remordimientos. Eso sólo se puede conseguir quitándonos ese «miedo a estar bien», ese miedo al cambio, ese miedo … a volver a vivir de verdad.

Deja un comentario

Debes iniciar sesión para escribir un comentario.