Mentir para sobrevivir
La enfermedad nos crea la necesidad imperiosa de consumir y esta, a la vez la necesidad de mentir para poder seguir haciéndolo permanentemente.
Los alcohólicos nos convertimos en mentirosos patológicos. No nos queda otra alternativa si no queremos delatarnos o ser descubiertos.
Mentimos en todo: en cantidades, en frecuencias, en tiempo dedicado al consumo, en los lugares que frecuentamos o vamos para hacerlo, con el dinero que empleamos, etc
Anteponemos ese deseo a cualquier cosa. La enfermedad sigue un proceso y unas fases en la que mentir comienza en los inicios y de un modo esporádico va creciendo y aumentando hasta dejar de ser un recurso temporal para convertirse en una situación constante.
Siempre pongo el símil de la «bola de nieve»: Cuando comenzamos a mentir, a poner excusas, a omitir, a desviar conversaciones, a huir de la confrontación, a beber en lugares desconocidos para que no nos vean tanto, en días u horarios que se salen de lo común, la bola de nieve se está comenzando a formar en la cima de la montaña y empieza a rodar cuesta abajo cogiendo cada vez más fuerza, intensidad, y velocidad. Esta, a medida que avanza se va convirtiendo cada vez más grande y más difícil de detener, hasta que llega un extremo en que por inercia sigue rodando y rodando hasta convertirse en enorme. lo mismo sucede con la mentira. Comienza poco y lentamente hasta que coge el descenso y entramos en una espiral donde ya no podemos parar porque lo que se inició con unas pequeñas mentiras, en un enfermo alcohólico acaba por transformar su vida en toda una mentira que, ni sus propios seres queridos, aunque convivan con él y crean que lo vigilan o controlan en realidad acaban con un auténtico desconocido.
Se termina por mentir en todo. Se miente a la pareja, a la familia, en el trabajo, en el ámbito social, en cualquier cosa. Es, como si de algún modo, desdobláramos nuestra propia personalidad en dos: la personalidad alcohólica sin escrúpulos y capaz de cualquier cosa con tal de poder sobrevivir bebiendo y la personalidad aparente en la que se finge continuamente ser la persona que no se es.
Esta actitud y conducta muy alcohólica va generando pérdida de credibildad, desconfianza, y duda en las personas de nuestro alrededor hasta el punto que ya no nos creen ni cuando decimos la verdad.
Cuando comprendamos que el alcohólico no es un vicioso, un pecador, una mala persona, sino simplemente que lo que tiene es una enfermedad, entonces tomaremos conciencia de por qué actúa de este modo y se comporta inadecuadamente y vive sumergido en la mentira y excusa para poder beber.
No justifico ninguna conducta sino sólo explico los motivos del por qué una persona que enferma de alcoholismo llega a cambiar tanto que con el tiempo acaba por convertirse en un extraño al que en realidad nadie conoce de verdad ni sabe como es.
2 Comments
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No soy de comentar, pero joder cuánta razón tienes Mica Cañellas
Buenos días, la vida de una persona enferma de alcoholismo, es toda ella una gran mentira. Empezando por quien promueve los consumos, continuando con gran parte de la sociedad y terminando por las propias personas que la padecemos.Leer más ..