Menos preguntarse y más actuar

Frecuentemente como técnica de evitación, nos hacemos preguntas para, de algún modo, acallar nuestra conciencia, tranquilizar o justificarnos por nuestra manera de consumir.

Desde las más habituales hasta la más complejas. Estas preguntas suelen denotar una carga de culpabilidad e incluso delatar un serio problema.

» ¿Seré alcohólico? , ¿Estoy bebiendo demasiado o lo hago cómo todo el mundo?, ¿Puedo enfermar si sólo bebo bebida fermentada o de baja graduación? ¿Pasa algo si sólo bebo los fines de semana?, ¿Por emborracharme de vez en cuando, estoy enfermo?, ¿Si sólo bebo fuera y nunca lo hago en casa, soy un bebedor social?,…»

Recuerdo durante mi lamentable larga trayectoria que me pasé años y años haciéndome preguntas pero sin tomar ninguna decisión. ¡Siempre era lo mismo! Me planteaba estas cuestiones al día siguiente después de cuando había liado alguna muy gorda, había abusado o cuando perdía el control.

Puede que tal vez uno no sepa si es o o es alcohólico, si está o no enfermo, pero hay algo que está muy claro: Cuando uno empieza a cuestionarse … mal síntoma.

Es obvio que quien bebe y no sufre consecuencias por ello, ni tan siquiera se plantea estas cosas.

Yo nunca doy consejos porque no soy nadie indicado para hacerlo, pero cuando tu cabeza lleva años haciendo este tipo de planteamientos por culpa del alcohol, me dejaría de preguntas y me iría volando en busca de ayuda.